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Solarix

Los pormenores de la crisis energética en China

Durante la pandemia del coronavirus, que además de los desastrosos efectos en términos sociales puso patas arriba la economía a nivel global, el gigante asiático consiguió ser el único país cuyo PIB seguía creciendo. Sin embargo ahora, y poco después además de las preocupantes noticias en materia inmobiliaria (Evergrande), nos llegan informaciones sobre una aguda crisis energética en China. ¿Cuál es el calado real de tal crisis energética? ¿A qué se debe? ¿Debe tomarse como un aviso de lo que nos depara en Europa?

Hoy desde SOLARIX abordamos esta noticia en materia de geopolítica y energía, como siempre desde un punto de vista de las energías renovables.

Índice del artículo

La peor crisis de escasez de energía de su historia reciente

Así es el tono empleado por los rotativos europeos, que hablan de calles sumidas en la oscuridad y fábricas detenidas por los apagones de luz.

El problema, como viene siendo habitual, estriba en varios factores. Los medios aducen, por un lado, al aumento notable del precio del carbón, algo que también estamos experimentando en nuestros países y en nuestra factura eléctrica. Por otro, a una nueva política medioambiental que pretende disminuir el consumo energético del país, pero que es capaz de recurrir a duras restricciones en las regiones en las que no se ha llevado a cabo dicha reducción, inclusive, cortándoles el suministro.

La noticia es que si bien estos cortes no habían afectado a la ciudadanía anteriormente, en algunas provincias del noreste los cortes de suministro están siendo generalizados. Con una duración de entre varias horas y hasta dos días.

Se estima que la crisis energética China está afectando al 44% de la industria del país y que, como consecuencia, no sólo está lastrando a su propia economía, sino que ya comienza a percibirse a una escala mucho más global.

Un sector productivo que abastece a todo el globo y con una fuerte dependencia energética del carbón

Para ponernos en contexto, estamos hablando del país más poblado del mundo, la segunda economía mundial y el país de más rápido crecimiento económico. Siendo China, además, el mayor exportador de mercancías a escala global.

A nivel energético tiene un elemento diferenciador que ayuda a explicar esta crisis, y es que al contrario que la mayoría de países industrializados, obtiene la mayor parte de su energía quemando carbón. Incluso pese a la masiva implementación de la eólica y la fotovoltaica en los últimos años, que han hecho de China el país con mayor potencia instalada en ambas tecnologías.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que incluso siendo el país del mundo que más electricidad gasta, el consumo per cápita es relativamente bajo. El consumo eléctrico de la ciudadanía no llega al 20% del consumo total.

Es decir, la crisis energética China es eminentemente un problema de índole industrial, ya que es el sector que realmente está consumiendo cantidades ingentes de electricidad, no sólo para China recordemos, sino para abastecer a todo el mundo. Y estamos también ante un problema de dependencia energética del carbón que se ve agudizado por la volatilidad actual que conlleva generar energía con este recurso.

Pero ojo, lo que quizá pasas un poco por alto los medios de comunicación es lo mucho que la situación post-pandemia ha influido también en toda esta situación.

Sólo en lo que llevamos de año, el consumo de electricidad en China ha subido un 13,8%. En la segunda mitad de 2020 el país comenzó a recuperarse, teniendo que atender mucha demanda acumulada. Pero no sólo eso, algunos países vecinos que aún tienen la pandemia más descontrolada, han movido parte de su producción a China.

Políticas chinas en materia de renovables

En 2006 China se erigió con el dudoso honor de ser «el país más contaminante del mundo«, siendo responsable hoy por hoy de un 28% de las emisiones totales de carbono a nivel mundial.

Pero el país quiere cambiar esta situación. En el 14º Plan Quinquenal de China 2021-2025, presentado en marzo de 2021, se determinaron propuestas específicas para alcanzar el pico de emisiones de carbono en 2030 y la neutralidad de carbono en el horizonte 2060.

A tal fin, el gigante asiático quiere contar con 1.200 GW de energía solar y eólica en el horizonte 2030. También ha anunciado del cese de los apoyos a proyectos de centrales térmicas en otros países que empleen carbón. Actualmente cuenta con 895 GW de potencia renovable instalada, muy por detrás EE.UU. con 292 GW. En España, para que te hagas una idea, nos situamos en 59 GW.

Desde luego no podemos decir que China no esté haciendo enormes esfuerzos por pivotar hacia una generación eléctrica más sostenible, con descomunales inversiones en fotovoltaica y eólica, hidroeléctrica y también nuclear. Respecto a la última, de hecho, China está haciendo pruebas con un nuevo modelo de reactor nuclear que emplea torio en lugar de uranio. Aunque no queremos abrir hoy el «melón» de la energía nuclear.

Sin embargo, pese a estos titánicos esfuerzos, china sólo ha conseguido que mientras crece su economía y la producción del país, el consumo de carbón se haya mantenido de forma más o menos estable en el tiempo.

En síntesis, el por qué de la crisis energética China

China se enfrente a una gran dilema.

Pero no es más que un dilema que todos los países desarrollados deberemos afrontar tarde o temprano: el equilibrio entre el crecimiento del PIB y el cumplimiento de la reducción de emisiones.

Lo hace, eso sí, partiendo de una situación «interna» cuanto menos compleja, y un escenario «externo» de lo más convulso.

Interna en cuanto a la gran dependencia energética del carbón y el haber erigido su economía en buena medida a base de convertirse en la «fábrica mundial». Externa, y para mayor problemática, por los precios del carbón y el aumento de la demanda de bienes motivado por la situación post-pandemia.

¿Qué podemos aprender de la crisis energética China?

  • La dependencia energética del exterior es un lastre para cualquier economía, mucho más en un periodo de crisis. Tanto es así que China ha vuelto a comprar carbón a Australia después de prohibir su importación debido a «asperezas» diplomáticas.
  • También lo es la dependencia energética de fuentes contaminantes, especialmente el gas y el carbón. Al menos para las economías que pretenden alcanzar una mayor sostenibilidad y cumplir con los compromisos medioambientales.
  • El modelo energético de nuestros países, en plena descarbonización, está mostrando sus costuras. Al aumentar masivamente el precio del gas, las naciones se han lanzado a emplear nuevamente carbón. Lo que también ha ocasionado un aumento de su coste.
  • Nuestras sociedades están edificadas sobre el petróleo y cambiar el modelo energético de un país lleva tiempo. Estos planes deben realizarse a largo plazo y con unos objetivos asumibles, realizables de forma gradual y con objetivos globales.
  • Estamos en ese momento de cambio y además en plena pandemia. Es conveniente analizar estas disfunciones y desajustes en los sistemas eléctricos y productivos. Pero sin ser catastrofistas o dando a entender que China podría colapsar en breve arrastrando al resto del mundo.

¿Qué papel juegas las renovables?

Las renovables son vitales una vez más.

Para descarbonizar nuestras economías y garantizar nuestro futuro, fundamentalmente (y desde luego no es poco). Pero no sólo eso.

Energías como la solar fotovoltaica o la eólica son una ayuda inestimable de cara a reducir la dependencia energética del exterior. Pero además, de forma muy similar a cuando tú instalas placas en la cubierta de tu vivienda y notas mucho menos las subidas de la luz, sucede a nivel «macro» en las naciones. Aumentar su cuota de generación renovable implica que los países se vean menos sometidos a los vaivenes del mercado eléctrico.

A fin de cuentas, el precio del carbón o el gas puede variar, pero el sol o el viento no van a comenzar a cobrarnos por emplearlos para generar energía.

China ha dado buena cuenta ello. Y aunque puede parecer que mantener su consumo de carbón no es un gran logro, desde luego lo es si tenemos en cuenta que su producción crece anualmente y ha crecido especialmente en lo que llevamos de 2021 por el aumento de demanda post-pandemia.

Es obvio que debemos seguir invirtiendo en proyectos renovables.

Pero a la vez, debemos confrontar nuestras sociedades de consumo con la visión de otro tipo de sociedad más sostenible, sin incurrir en un consumo de «usar y tirar» y reduciendo por tanto nuestra producción. No será fácil, desde luego, e implicará que muchos puestos de trabajo tengan que reconvertirse hacia otros sectores.

Pero si algo se puede sacar en positivo de estos momentos de crisis, es sin duda que contribuyen a que el conjunto de la sociedad, incluyendo por tanto a los poderes políticos, doten del peso específico que merecen a cuestiones que de otro modo quedarían apartadas en la agenda de lo futurible.

Y sobre todo, son momento de gran capacidad de inventiva y de resiliencia por parte del ser humano.

Recuerda que en SOLARIX instalamos sistemas fotovoltaicos en la región de Cataluña. Si quieres un presupuesto tu industria, puedes ponerte en contacto con nosotros.

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