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Solarix

Fotovoltaica y crisis energética en Europa

The winter is coming… y aunque si bien parece poco probable que tengamos que enfrentarnos a caminantes blancos, lo cierto es que se avecina un invierno cuanto menos complicado. Así lo ha vaticinado, entre otros, el presidente francés Emmanuel Macron en el primer Consejo de Ministros del país vecino, asegurando que ha llegado «el fin de la abundancia» y pidiendo, literalmente, «sacrificios» a los franceses.

En este contexto de crisis geopolítica que ha derivado también en una crisis energética, las naciones del viejo continente se apresuran a desplegar sus planes de austeridad energética para reducir la dependencia del gas ruso antes de que llegue el frío… ¿Lo conseguirán? ¿Pueden las renovables y entre ellas la fotovoltaica contribuir en este objetivo?

Índice del artículo

Los ambiciosos planes energéticos en Europa encabezados por Alemania

«Energiewende» es cómo se conoce al plan de transición energética alemán

En 2011 Alemania anunció que abandonaría progresivamente la energía nuclear y cerró automáticamente 8 centrales, el desastre de Fukushima fue uno de los detonantes de esta política. Su por entonces canciller, Angela Merkel, dijo tiempo después que el cierre de las centrales le daría a Alemania una ventaja competitiva en el área de la energía renovable:

«Como la primera gran nación industrializada, podemos alcanzar tal transformación hacia las energías eficientes y renovables, con todas las oportunidades que eso trae para las exportaciones, el desarrollo de nuevas tecnologías y de trabajos«.

Así pues Alemania se convirtió en el eje de este cambio de paradigma que suponía no sólo abandonar la nuclear, sino descarbonizar paulatinamente su economía convirtiéndose así en uno de los líderes para cumplir con el protocolo de Kioto. La empresa no era menor.

La fotovoltaica tuvo por supuesto un gran rol… para tener un orden de magnitud, en 2019 Alemania producía cinco veces más energía de origen fotovoltaico que España. Todo ello teniendo en cuenta que la irradiación solar en España es el doble que en Alemania.

Sin embargo, las voces críticas han argumentado durante todo este tiempo que no tiene sentido alguno lidiar por la descarbonización de la economía y, a la vez, reducir la cuota de energía generada mediante fuentes nucleares. Y es que Alemania comenzó a emplear nuevamente el carbón como sistema de generación de respaldo y a depender del gas, fuentes de energía que, eso es innegable, a diferencia de la nuclear sí generan emisiones de CO2. En otras ocasiones, si bien no generaba esta energía mediante nuclear, la importaba de terceros países… sin duda un debate complejo y cuyas ramificaciones duran hasta nuestros días.

La crisis en Ucrania lo ha cambiado todo

Pero ha sido la imperiosa necesidad de prescindir del gas ruso la que ha sacado a relucir las costuras al modelo energético europeo. Especialmente al de los países del este de Europa, sus principales consumidores, y a Alemania… embarcada en la citada transición energética y con una mayor dependencia respecto a países vecinos. Aunque en mayor o menor medida esta tesitura afecta a casi la totalidad de los Estados miembros.

Y es que Europa ha sido hasta ahora el destino del 72% de las exportaciones de gas de Rusia:

Dependencia del gas ruso en Europa (Fuente CNN en base a datos de Eurostat)

Esta delicada situación ha llevado a que incluso Alemania se plantee prolongar la vida útil de sus centrales nucleares, tres reactores restantes que el Gobierno Federal pretendía eliminar a finales de 2022.

¿Era previsible que sucediera algo así y que aumentar la cuota de dependencia del gas ruso fuera una mala idea? no nos compete a nosotros emitir semejante juicio. Lo que sí está claro es que sin la hercúlea apuesta de Alemania por las renovables su situación sería mucho peor si cabe.

Y es que en lo que va de año, las renovables han representado cerca de un 43% del total de la energía consumida en el país, y los cálculos oficiales estiman que en el horizonte 2030 dicha cifra se eleve al 65%,

Cómo adoptan los distintos países de Europa la «austeridad energética»

De cara a afrontar un posible y duro invierno sin gas ruso, las naciones europeas están implementando toda una serie de medidas de «austeridad energética». Las principales pasan por limitar la temperatura de calefacción y aire acondicionado para tratar de cumplir con el recorte del 15% del gasto acordado por los Veintisiete.

En Alemania se limita la calefacción a 19 grados en edificios públicos (salvo hospitales y otras excepciones) y se prohíbe iluminar edificios públicas, escaparates etc., entre las 22 y las 6 horas.

En Francia, por su parte, se prohíbe la publicidad luminosa entre la 1 y las 6 de la mañana. También el que los comercios con aire acondicionado tengan las puertas abiertas. La temperatura en interiores se restringen a 19 grados en invierno y 26 en verano.

Grecia, Italia y España van a adoptar medidas similares a las anteriores. En nuestro país ya se ha dado luz verde al decreto de ahorro de energía de cara al invierno, obligando a apagar escaparates y sistemas de iluminación de exteriores a partir de las 22 horas y regulando las temperaturas a 27 grados en verano y a 19 en invierno en edificios administrativos, comerciales, hoteles, cines… etc.

No estamos ante un asunto baladí… Bruselas ha estipulado que si no conseguimos reducir lo suficiente nuestro consumo y aunque el objetivo es evitarlo, es probable que la actividad industrial se vea comprometida, con todo lo que supondría para las economías de la maltrecha Europa someter a su industria a interrupciones en el suministro eléctrico.

La fotovoltaica, una «muleta» fundamental

Paneles fotovoltaicos en una de nuestras instalaciones

Ya vimos a grandes rasgos que la energía solar fotovoltaica está siendo un gran aliado para combatir esta situación. Y es que en 2021 la potencia instalada en fotovoltaica en la Unión Europea creció un formidable 24,9%.

Alemania está convencida de que la actual situación no es sino un estímulo para dirigirse a un modelo 100% renovable lo antes posible, por lo que se pretende un modelo energético 80% renovable en el horizonte 2030 y 100% renovable en 2035.

Nuestro vecino Portugal también ha acelerado su transición, adelantando su objetivo de lograr un 80% de generación renovable del 2030 al 2026.

En nuestro país las sucesivas subastas en megavatios de FV han sido todo un éxito, tanto que este año y el que viene se prevé todo un «bum» fotovoltaico. En el ámbito del autoconsumo, según la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA) en 2021 se instalaron 1.151 megavatios de potencia, lo que supone un 85% más que en 2020.

La solidez de una tecnología madura y consolidada, el haber cobrado parece ser por fin conciencia de que gozamos de un recurso extraordinario en cuanto a irradiación solar, el brutal incremento del precio de la electricidad y la obligatoriedad en cuanto a reducir el consumo de fuentes no renovables debido al conflicto en Ucrania, están sin duda espoleando más que nunca la instalación de placas solares fotovoltaicas. Tanto a gran escala, como en materia de autoconsumo.

Huelga decir que sería del todo deseable avanzar hacia una producción energética limpia y sostenible sin pasar por este tipo de conflictos. Pero al menos quizá sepamos sacar algo en positivo de ello.

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