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Solarix

El polémico «impuesto al sol». La absurda historia de cómo poner trabas a la fotovoltaica

España es una tierra bañada por el sol. Algo que históricamente se ha explotado de forma muy lucrativa sin ir más lejos desde el ámbito turístico. Pero España también es el país con más potencial de toda Europa en cuanto a energía solar, con una irradiación entre 1.600 kW/m2 y 1.950 kW/m2 en la mayor parte de nuestro territorio. Esta es la historia del por desgracia famoso «impuesto al sol«, pero no sólo eso. Es la crónica de un patético retraso en la explotación de la energía solar fotovoltaica debido a la mala praxis, los intereses partidistas y la cultura del pelotazo.

Acompáñanos por este recorrido en las farragosas páginas de la legislación a lo largo del tiempo. Un artículo que te ayudará a comprender la historia y el presente del autoconsumo en España.

Auge y caída del sector fotovoltaico

Nuestro país ha tenido una trayectoria bastante peculiar en cuanto al sector fotovoltaico. A veces cargada de buenas intenciones desde el ámbito político, que se trasladaban por el contrario de forma nefasta a la práctica. Otras, directamente, relegando al más puro ostracismo a todo el sector. Pero el más damnificado históricamente, por unos y por otros, ha sido sin ningún genero de dudas el autoconsumo.

Antes de llegar al «impuesto al sol», debes conocer la historia precedente y las medidas de los sucesivos Gobiernos.

El primer marco regulatorio en España: buenos objetivos, mala aplicación

Si hablamos de legislación en materia de fotovoltaica, el Plan de Energías Renovables (1997-2007) fue el primer marco regulatorio del sector. Se redactó buscando establecer una serie de objetivos que pueden resumirse en:

  • Primar a las renovables para favorecer su penetración en el mercado: en aras de reducir el coste de estas tecnologías cuando su coste era aún muy elevado, se establecieron una serie de primas sufragadas por todos los consumidores en la factura eléctrica. Una práctica que ya había sido implementada en países de nuestro entorno. Pero no así a al ahora de primar, como en el caso de España, a instalaciones de gran tamaño.
  • Otorgar a las renovables un régimen especial: dando prioridad a la electricidad verde frente a aquella generada mediante combustibles fósiles.
  • En materia fotovoltaica, favorecer tanto el desarrollo de aquellas instalaciones destinadas a generación (parques y huertos solares), como la generación distribuida cerca de los puntos de consumo (autoconsumo).

En este marco se fijaron también objetivos de potencia instalada para el periodo que abarcaba el PER (700MW). Y tres rangos de primas diferenciados en función de la potencia (menores de 10 kW, hasta 100 kW y mayores a esa cifra).

Así pues teníamos la legislación a nuestro alcance, la intención de estimular el sector y la voluntad de buscar el equilibro como hemos mencionado antes entre las grandes instalaciones destinadas a generación y los autoconsumos. Pero… ¿Sucedió eso en la práctica? En absoluto.

Como las primas a las pequeñas instalaciones eran mayores que aquellas destinadas a grandes instalaciones de generación… hubo toda una serie de «pioneros», por denominarlos de algún modo, que supieron ver una brecha muy lucrativa a nivel normativo. Agrupaciones de pequeñas y medianas instalaciones en la misma ubicación conformando parques solares de 1MW en manos de 10 o más propietarios distintos. Y es que hecha la ley, hecha la trampa. Esta situación, que huelga decir pervertía por completo la visión del PER, no fue frenada a nivel legislativo por el gobierno de turno. Por aquel entonces el PSOE encabezado por José Luis Rodríguez Zapatero.

Entre 2004-2008 el tamaño de estos parques solares aumentó de a 20-40MW. Un hecho que no sólo se tradujo en que el objetivo de potencia a instalar se cumpliera mucho antes de lo previsto. Sino que se generase un montante de nada más y nada menos que 1.000 millones de euros en concepto de primas. Unas primas, recordemos, a sufragar entre todos nosotros.

El ocaso del sector y la mala imagen de las renovables

Las cosas no habían salido según lo previsto y llegados a este punto tocaba desarrollar un nuevo Plan que afinase el anterior, poniendo coto a los defectos antes mencionados. El Ministerio tenía un plazo de diez meses para su desarrollo… pero durante esta ventana de tiempo las instalaciones podrían acogerse a lo contemplado en el primer PER. Si todo el mundo preveía recortes a las primas, pero tenían 10 meses para sacar partido del marco vigente antes de que eso sucediera… ¿Adivinas qué ocurrió? En efecto, una «explosión» aún más grande de instalaciones.

Para que te hagas una idea de la escala del asunto, en 10 años se habían instalado 700 MW. Pero sólo en estos 10 meses se instalaron 3.500 MW.

Aquí comienza a perfilarse un mensaje que supondría un lastre para el sector durante los años venideros. Una campaña de descrédito que aprovechaba lo que en realidad era una mala gestión para divulgar el mantra de que invertir en renovables era equivalente a encarecer el recibo de la luz de todos los consumidores debido a las primas.

Y como todo el mundo esperaba, el nuevo Plan en vigor desde octubre de 2008 efectivamente redujo las primas. Pero ni eso solucionó el problema, ya que como el coste de los paneles solares había descendido notablemente en este periodo, la inversión fotovoltaica, incluso con el recorte a las primas, era más rentable que antes. El Gobierno de España pasa entonces de buscar el fomento a las renovables, a tratar de reducir las primas y el déficit acumulado a toda cosa. Llegaron, incluso, a limitar las horas anuales de producción eléctrica que procedía de energía solar fotovoltaica.

El autoconsumo, borrado del mapa. La democratización de la energía y la apuesta por un modelo de generación eléctrica descentralizado y cerca de los puntos de consumo, fagocitados por la cultura del pelotazo dedicada a sacar la máxima rentabilidad de macroplantas solares.

¿Solucionó el Partido Popular de Mariano Rajoy esta problemática? Lo hizo… a su manera. Es decir, generando otro problema quizá incluso mayor. Las instalaciones realizadas durante el Plan de 2011-2020 fueron un auténtico desastre. Los recortes a las primas con carácter retroactivo supusieron que más de 50.000 familias perdieran gran parte de su patrimonio en explotaciones que todavía hoy se encuentran en la ruina. Y no sólo eso, los grandes inversores con capacidad para plantear batalla legal calaron bayonetas contra el Gobierno y recurrieron al derecho internacional.

España sigue pagando hoy día multas millonarias por el «hachazo» a las primas en instalaciones fotovoltaicas, termosolares y eólicas. En 2015 fuimos de hecho el primer país (por delante de Venezuela) en demandas judiciales por inversores extranjeros.

En definitiva, se nos ha hablado mucho del «ladrillazo» y de la burbuja inmobiliaria de la primera década del siglo XXI, pero quizá muy poco de esta otra historia de especulación y nefasta gestión en materia de renovables a la que asistimos en nuestro país y que todavía tiene algunos coletazos en la actualidad.

La situación, además, estaba lejos de mejorar… con la implementación del temido «impuesto al sol» que luego desgranaremos.

El pasado reciente y el surgimiento del «impuesto al sol»

Ni que decir tiene que todos estos elementos dinamitaron la propagación del autoconsumo. Un concepto, debemos recalcar, radicalmente distinto al de las grandes plantas fotovoltaicas y que supone producir electricidad para el consumo propio. Ya sea en instalaciones conectadas a la red (ON GRID) o instalaciones aisladas de ella (OFF GRID), con o sin baterías… etc.

El autoconsumo puede abaratar tu factura de la luz y ayudarte a depender en menor medida de las grandes compañías eléctricas, si hablamos de instalaciones conectadas a red. O brindarte suministro allí donde la red convencional no llega.

En todo caso, supone un modelo menos intrusivo y mucho más eficiente que el de los grandes huertos y parques solares. Ya que elimina de la ecuación la mayor parte de las pérdidas energéticas asociadas al transporte de la energía.

Europa es consciente de que el autoconsumo fotovoltaico es imprescindible en la generación energética, España está empezando a serlo.

No busques incentivos ni mecanismos de compensación

Durante el pasado reciente que nos ha conducido a la situación actual, y después de la desastrosa gestión resumida en las líneas anteriores, quienes realizaban instalaciones fotovoltaicas de autoconsumo en nuestro país eran poco menos que «aventureros» que, en su mayoría, se significaban con la transición renovable.

Las compensaciones de excedentes, muy presentes en países de nuestro entorno, no se introdujeron en España hasta abril de 2019.

Quizá te preguntes por qué se deben compensar de algún modo los excedentes vertidos a red, y es una pregunta lógica. A grandes rasgos porque esa electricidad va a parar automáticamente hasta el punto más próximo en la red en la que alguien, quien sea, está consumiendo electricidad. Es decir, verter excedentes es evitar que tengamos que generar ese energía para cubrir otros consumos. Energía que, además, posiblemente provenga de combustibles fósiles.

Y encima trabas: el muy temido «impuesto al sol»

Ríos de tinta se han vertido sobre este gravamen. El conocido como «impuesto al sol» era el enésimo delirio de la legislación española en materia de fotovoltaica y quizá el más grande de todos ellos. Introducido por el Partido Popular de Mariano Rajoy a través de un decreto en 2015, se aplicaba a la energía autoconsumida instantáneamente. Es decir, aunque no pasara por la red de distribución eléctrica. Tal y como lo lees.

Pagar por autoconsumir tenía el mismo sentido que plantar en tu huerto tomates y tener que pagarle al supermercado de turno cuando los llevases a tu plato.

¿Y cómo se justificaba este gravamen? Bueno, según los populares pretendían crear un «nuevo sistema, más justo» y el «impuesto al sol» serviría para el mantenimiento de la red eléctrica.

Lo más grotesco de todo este asunto es que, en la práctica, la mayoría de instalaciones domésticas estaban exentas, ya que quedaban eximidas las instalaciones de hasta 10 kW. Aunque había otras trabas, como la necesidad de instalar un segundo contador. Pero el problema radicaba en que el RD 900/2015 que implementaba el «impuesto al sol» abría la puerta a que eso sucediera en el futuro también a instalaciones de menor potencia, ya que la exención se tildaba de transitoria.

España se convirtió así, con el «impuesto al sol», en el único país de todo el globo en contar con un mecanismo de esta naturaleza. Unido, cabe recordar, a la falta de incentivos y de compensación de excedentes. Inseguridad jurídica, desincentivación del sector, propagación de todo tipo de rumores y supercherías… había quien aseveraba que el autoconsumo en España estaba directamente prohibido.

Lógicamente no era así, ya que incluso en esta tesitura había modos de ejecutar instalaciones rentables. Por ejemplo mediante la «inyección 0» a red, una modalidad muy trabajada por aquel entonces. Pero el panorama era desalentador.

Marco legal del autoconsumo en nuestros días

Tuvimos que esperar hasta octubre de 2018 para que el «impuesto al sol» fuera, por fin, derogado. Sentando así las bases para un marco legislativo más favorable de cara al autoconsumo fotovoltaico. Y el 5 de abril de 2019 se aprueba el Real Decreto que introduce la compensación simplificada de excedentes en instalaciones de hasta 100 kW.

Gracias a este mecanismo es muy sencillo para ti hoy día, como autoconsumidor con una instalación fotovoltaica residencial, poder ahorrar aún más en tu factura de la luz vertiendo excedentes a red. Lo más común es que la propia comercializadora te descuente del término de energía de tu factura un importe en base a la energía vertida de forma mensual. Es decir, no es un «balance neto» en el que 1 kWh vertido te descuenta 1 kWh consumido, sino un mecanismo de «facturación neta». Tampoco es una venta de energía como tal porque sólo reduce tu factura, no genera beneficios.

Esta facturación neta, avalada por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), ha supuesto un gran estímulo para los autoconsumidores. Ya que además de ahorrar con la energía que produces y consumes, también ahorras en la energía consumida de la red cuanto tu instalación no produce electricidad o produce menos de la que necesitas.

En paralelo y a medida que aumentan los usuarios con placas solares en sus cubiertas, han surgido por parte de muchas comercializadoras productos específicos para nosotros. Sin ir más lejos tarifas que permiten compensar casi todos los conceptos de la factura y no sólo el término de energía. O la modalidad de Batería Virtual que te permite llevar almacenar de forma virtual valor económico de tus excedentes, sin tener que compensarlos mes a mes.

Transcurrido todo este duro periplo, podemos decir sin lugar a dudas que estamos ante el mejor momento en la historia de nuestro país para dar el paso al autoconsumo fotovoltaico. Hoy la tecnología fotovoltaica no sólo es una tecnología madura y fiable que te permite contribuir a la reducción de emisiones, sino que es totalmente rentable. El marco legislativo también es por fin favorable. Y con un escenario alcista de la electricidad, ahorrar en la factura es muy positivo tanto para las economías familiares como para las empresas.

Si quieres ver algunas de nuestras instalaciones fotovoltaicas de autoconsumo… ¡No te pierdas nuestra Galería!

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